jueves, 4 de agosto de 2011

AL HILO DE LOS LOGROS

Cuando me preguntan sobre qué pienso de la situación actual de la mujer, el corazón me manda latidos de rebeldía, de intensa rebeldía y de frustración, pero la cabeza, este raciocinio que me ha llegado a destiempo y con la sorpresa de quien estaba bien como estaba, me lleva por senderos de reflexión y de prudencia.

Hemos tenido logros, hemos conseguido metas, muchas de las cuales hacen más profunda la frustración, por estar escritas en grandes papeles y con reflejos dorados, ilusiones ópticas que tienen mal reflejo en la realidad. Somos y no somos iguales.
Como siempre, si pero no, no pero si, entre el blanco y el negro, esa maravillosa y ambigua gama de grises. Lo somos porque la realidad legal y formal nos equipara en derechos y obligaciones, porque muchas de nosotras así nos sentimos y porque miramos atrás y tenemos, siguiendo a Valle Inclán, la visión esperpéntica que deforma la realidad: como a través de un espejo vemos lo que fuimos y lo que ahora somos.

No lo somos, porque seguimos cumpliendo fielmente los estereotipos sexistas y caminamos disciplinadas por sendas socialmente trazadas, manteniendo un comportamiento “apropiado”: somos las mejores madres, las mejores cuidadoras, las mejores constructoras de vida, masajistas de virtudes y cocinamos los mejores sueños.....si señor, ahí estamos todas, las Reinas de nuestras casas.

Y es que ahora somos. Al principio del hilo, siendo personas apenas existíamos para la sociedad, no éramos sujetos de derecho...ahora, si me apuran, somos hasta “sujetas” de derecho. Ahora las personas, todas, incluso nosotras, no podemos ser discriminadas ante la ley, por ninguna razón, tenemos derecho a igual salario, a las mismas oportunidades laborales, podemos vender y comprar, podemos ocupar puestos de dirección y tener representación política y social, a educarnos en igualdad, a conciliar la vida familiar y laboral, a tener espacios privados de realización personal...

Sin embargo, de nuevo la realidad se interpone, y sufrimos la violencia de quienes confunden el amor con la propiedad privada, menos del 30% de la composición del Senado lo forman mujeres, tan solo el 30% del alto funcionariado y de dirección tienen nombre femenino, dedicamos cuatro veces más de nuestro tiempo a las tareas domésticas que los hombres, solicitamos más del 90% de los permisos de maternidad, somos más del 55% del alumnado universitario pero tan solo el 13% somos catedráticas, nos invisibilizan con un uso sexista del lenguaje.....

Y sobre todo, tenemos MIEDO.....miedo a hablar de sexismo, de patriarcado, de machismo y feminismo, miedo a ser diferentes, a salirnos de ese “tiesto” social que conforma la buena educación, miedo a pensar distinto, a que la maternidad no sea nuestro mayor sueño, a no ser femeninas ni estupendas, a no llegar a la meta de las triples jornadas.....miedo a hacer dejación de nuestras mal llamadas obligaciones, miedo a no cumplir, miedo a no llegar....

Por todas las mujeres valientes, las que abrieron senderos de libertad, de reflexión, las que se alejaron de caminos hechos y pisados y nos dejaron paso, las que asumieron las críticas de la diferencia, las que se encontraron solas con su propia voz y mantuvieron su rebeldía..........al hilo de esos logros, con la deuda de sus conquistas, seguiremos trabajando.
                                                               
Ana Tamayo
Vocal de violencia de género de Mujeres en Igualdad de Córdoba